Gnosticismo universal

El Canto de la Perla

Filosofía gnóstica

El Canto de la Perla es el poema más famoso de la literatura siríaca. El texto siríaco nos ha sido conservado en un solo manuscrito, el manuscrito del Museo Británico que data del año 936 d. C.

J-É. Ménard

El Canto de la Perla (también llamado Himno de la Perla o Himno del Alma) se encuentra en los Hechos de Tomás, una obra apócrifa de la cual solo existe un manuscrito en siríaco. Este poema narra el exilio y la redención del alma, su descenso a la materia y su regreso al Padre.

Existen varias traducciones de este texto, la traducción literal que he podido encontrar es la de los señores Juan J. Alarcón Sainz y Pablo A. Torijano.

Saint-Thomas – Diego Velasquez

Traducción por Juan J. Alarcón Sainz y Pablo A. Torijano

Himno de Judá Tomás, el apóstol,
que se encontraba en la región de los indios.
A – La misión
1 Cuando era un tierno niño
y vivía en mi reino, en la casa de mi padre,
2 Y encontraba placer en la riqueza
y los lujos de mis educadores,
3 desde oriente, nuestra patria,
mis padres me equiparon y enviaron;
4 con la riqueza de nuestro tesoro
ya me habían preparado una carga.
5 Era abundante, pero tan ligera
que yo solo podía transportarla:
6 Oro de Bet ʿElayyeʾ
y plata de la gran Gazak,
7 rubíes de la India,
ágatas de la región de Kušán.
8 Me ciñeron con duro acero,
capaz de quebrar el hierro,
9 Me quitaron la túnica brillante
que amorosamente habían confeccionado para mí,
10 y la toga de carmesí
hecha a medida de acuerdo con mi estatura.
11 Hicieron conmigo un pacto
y lo escribieron en mi corazón para que no lo olvidara:
12 “Si bajas a Egipto
y consigues traer la perla única,
13 la que está en medio del mar,
cerca de la serpiente silbadora,
14 [entonces] vestirás de nuevo tu túnica brillante
y la toga que cae por encima de ella,
15 y con tu hermano, nuestro segundo [en autoridad],
serás el heredero de nuestro reino”
B – El descenso y el olvido
16 Abandoné oriente y descendí
acompañado de dos guías,
17 porque el camino era peligroso y difícil,
y yo era joven para recorrerlo.
18 Atravesé por las fronteras de Mesena,
lugar de parada de los mercaderes de oriente,
19 llegué a la tierra de Babel
y penetré en las murallas de Sarbūg.
20 Bajé a Egipto
y mis compañeros se separaron de mí.
21 Fui directo a la serpiente,
y acampé cerca de su morada,
22 esperando que la pudiera el sueño y se durmiera,
y yo, entonces, arrebatarla mi perla.
23 Y cuando estaba absolutamente solo,
siendo un extraño para los compañeros de mi posada,
24 vi allí a uno de mi raza, un hombre libre,
un oriental,
25

Un hermoso joven, amable,
hijo de ungido.

26 Vino y se unió a mí.
27 Lo hice mi amigo íntimo,
el compañero al que participar de mi negocio.
28 Le advertí de los egipcios,
y de unirse a los impuros
29 Sin embargo, yo me puse vestidos como los suyos,
para que no sospecharan que había venido de fuera
30 para coger la perla,
y despertaran a la serpiente contra mí.
31 Pero por un motivo u otro,
se dieron cuenta de que yo no era de su país.
32 Se aliaron contra mí con sus engaños,
y me hicieron comer de sus alimentos
33 Entonces olvidé que yo era hijo de reyes,
y serví a su rey.
34 Olvidé la perla
por la que mis padres me habían enviado,
35 y, debido a la pesadez de su comida,
caí en un profundo sueño.
36 Todo esto que me había sucedido,
llegó a conocimiento de mis padres, que sufrían por mí,
37 y se pregonó en nuestro reino
que todos acudieran a nuestra corte,
38 reyes, príncipes de Partia
y todos los nobles de oriente,
39 y urdieron un plan
para que yo no fuera abandonado en Egipto.
40 Me escribieron una carta
y cada noble puso su firma en ella:
41 “De parte de tu padre, el rey de reyes,
y de tu madre, la señora de oriente,
42 y de tu hermano, nuestro segundo [en autoridad],
para ti, nuestro hijo que está en Egipto, ¡Saludos!
43 ¡Despierta y levántate de tu sueño,
y atiende a las palabras de nuestra carta!
44 ¡Recuerda que eres hijo de reyes!
¡Mira la esclavitud, [mira] al que tú sirves!
45 Recuerda la perla
por la que has viajado a Egipto.
46 Piensa en tu túnica resplandeciente
y recuerda tu magnífica toga,
47 con las que te podrás vestir, y engalanarte
cuando tu nombre sea leído en el “Libro de los Héroes”,
48 y junto con tu hermano, nuestro virrey,
estarás en nuestro reino.”
49 Mi carta era una carta
que el rey había sellado con su mano derecha
50 [para preservarla] de los malvados, los hijos de Babel,
y de los demonios rebeldes de Sarbūg.
C – El llamado y el regreso
51 Voló [la carta] como un águila,
la reina de todas las aves,
52 voló y se posó a mi lado,
y toda ella se convirtió en palabra.
53 A su voz y al sonido de su murmullo
me desperté y me levanté de mi sueño.
54 La cogí y la besé,
rompí su sello y la leí,
55 y lo mismo que estaba grabado en mi corazón,
reproducían las palabras de mi carta.
56 Recordé que era hijo de reyes,
que mi libertad anhelaba su naturaleza.
57 Recordé la perla
por la que había sido enviado a Egipto,
58 y comencé a encantar
a la terrible serpiente silbadora.
59 La hice dormir y caer en un sueño profundo,
cuando pronuncié el nombre de mi padre contra ella,
60 y el nombre de nuestro segundo [en autoridad],
y el de mi madre, la reina de oriente.
61 Arrebaté la perla,
y emprendí la vuelta a la casa de mi padre.
62 Me quité el vestido sucio e impuro
y lo abandoné en su país.
63 Me encaminé directamente
hacia la luz de nuestro país, oriente,
64 y mi carta, mi despertadora,
la tenía ante mí en el camino,
65 e igual que con su voz me había despertado,
así me guiaba ahora con su luz,
66 porque la seda real [de la carta]
mostraba su forma luminosa ante mí;
67 su voz y su guía
también me animaba a apresurarme,
68 y su amor me atraía.
69 Salí atravesando Sarbūg,
dejé Babel a mano izquierda,
70 y llegué a la gran Mesana,
el puerto de los mercaderes
71 que se encontraba a la orilla del mar.
D – La vestidura real
72 Y mi túnica brillante, que yo me había quitado,
y mi toga, que la revestía,
73 desde las cumbres de Hyrcania,
[eso] mis padres me lo enviaron hasta allí
74 por mediación de sus tesoreros,
a los que, por su fidelidad, se lo habían confiado;
75 pero yo no recordaba su dignidad
y que la había abandonado en mi juventud en la casa de mi padre.
76 Pero, de repente, cuando la tuve frente a mí,
la vestidura parecía un espejo de mí mismo.
77 En toda ella pude verme
a mí mismo reflejado por entero,
78 de manera que éramos dos diferentes,
y de nuevo uno en una sola forma.
79 Y también a los tesoreros,
que me la habían llevado, de igual manera los vi,
80 dos en una sola forma,
un solo signo real grabado sobre ellos,
81 el [signo] de aquel que me había restituido
por medio de ellos mi honor y mi riqueza,
82 Mi adornada túnica brillante,
engalanada con magníficos colores,
83 con oro y con berilos,
calcedonias y ágatas,
84 sardónices de variados colores;
ella había sido preparada para enaltecerla,
85 todas sus costuras habían sido festoneadas
con piedras de diamantes,
86 y la imagen del rey de reyes, toda entera,
por todo el [tejido] aparecía bordada en relieve;
87 y como la piedra de zafiro,
así sus colores eran variados.
E — El ascenso
88 Volví a ver que toda ella
se agitaba sacudida por el conocimiento.
89 Como si de nuevo fuera a hablar,
vi que se preparaba.
90 Oí el sonido de sus cantos,
que musitaba mientras descendía:
91 “Soy el más diligente de sus servidores;
por eso, he sido enaltecido ante mi padre.”
92 Y sentí también como mi estatura crecía
al tiempo que realizaba sus tareas.
93 Y con un movimiento regio
fue desplegándose toda ella hacia mí,
94 y de la mano de sus portadores
me incitó a tomarla.
95 También mi amor me urgía
para que corriera a su encuentro y la recibiera.
96 Entonces extendí [mi mano] y la recibí;
con sus hermosos colores me engalané,
97 y quedé completamente cubierto
por mi toga de brillantes colores.
98 Me vestí con ella y fui elevado
a la corte de la paz y de la adoración,
99 incliné mi cabeza y adoré
el esplendor de mi padre que me la había enviado,
100 porque yo había cumplido sus mandamientos,
y él también cumplió lo que había prometido.
101 Y en la corte de sus escribas,
entre sus nobles, fui mezclado,
102 porque él se había alegrado conmigo y me había recibido,
y yo me encontraba con él en su reino.
103 Al son de plegarias
todos sus siervos le alaban.
104 Prometió también que me presentaría
con él ante la corte del rey de reyes,
105 y, con mi ofrenda y mi perla,
me mostraría junto con él ante nuestro rey.

Ha concluido el himno del apóstol Judá Tomás,
quien lo pronunció [estando] en prisión.

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